La Nación: El museo de Parque Centenario que esconde otros museos en su interior
15/12/2024
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El Museo Argentino Bernardino Rivadavia, considerado el primero de nuestro pa铆s, cuenta con 24 colecciones vinculadas con las Ciencias Naturales
Como si se tratara de un juego de mamushkas, el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia esconde otros museos en su interior. Algunos de ellos pueden encontrarse a simple vista mientras que otros requieren de un poco de ayuda para ser descubiertos. Dise帽os de animales camuflados por todo el edificio, una cripta y muebles fabricados in situ son solo algunos de los secretos que guarda esta centenaria instituci贸n ubicada en el Parque Centenario (脕ngel Gallardo 470).Este museo es considerado el primero de nuestro pa铆s y cuenta con 24 colecciones vinculadas con las Ciencias Naturales, entre las que se pueden encontrar f贸siles de dinosaurios, meteoritos, piedras preciosas y una gran variedad de animales aut贸ctonos y ex贸ticos taxidermizados. Debido a su antig眉edad, la instituci贸n posee una colecci贸n 鈥渉ist贸rica鈥 con el mobiliario y patrimonio art铆stico, cient铆fico e instrumental que se recolect贸 en sus m谩s de 200 a帽os.La primera funcion贸 en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires (fundada en 1810) y sus exhibiciones pueden catalogarse como un 鈥済abinete de curiosidades鈥 en el que 鈥渆ntraba de todo鈥. De hecho, con el correr de los a帽os la colecci贸n creci贸 tanto que acab贸 por dividirse en tres: todo lo vinculado a las Ciencias Naturales se mantuvo all铆; las piezas de arte pasaron al Museo Nacional de Bellas Artes y los objetos hist贸ricos, al Museo Hist贸rico Nacional.鈥淭ras su paso por la biblioteca, el museo fue trasladado al Convento de Santo Domingo (1816) y despu茅s a la Manzana de las Luces (1857). Hubo algunas sedes m谩s hasta que lleg贸 a Parque Centenario. En 1927 se construy贸 el pabell贸n de Taxidermia, el primero de este complejo. Ese edificio todav铆a existe y se encuentra oculto detr谩s del museo actual鈥, dice Ignacio Legari, conservador de exhibiciones y del archivo de la instituci贸n.Con los ojos puestos en Europa, los arquitectos del Ministerio de Obras P煤blicas presentaron un plan inicial que fue magn谩nimo: se proyectaron trece pabellones de los cuales solo se construyeron tres. Los dos primeros, de estilo neorrom谩nico, se terminaron en 1929, y el tercero, en 1939. Este edificio contin煤a la l铆nea est茅tica de sus predecesores, pero tambi茅n presenta algunos detalles art d茅co.La posibilidad de obtener un edificio exclusivo se logr贸 gracias al trabajo de todos sus directores. 鈥淎 lo largo de la historia, quienes encabezaron la instituci贸n proven铆an del 谩mbito cient铆fico. Muchos estuvieron enfrentados por las teor铆as que profesaban pero, cuando se trataba del museo, lograron ponerse un objetivo en com煤n y pelearon por tener un predio propio鈥, celebra el conservador.Al momento de pensar los planos, los arquitectos tomaron como inspiraci贸n al Museo de Historia Natural de Londres y, al igual que esta instituci贸n, proyectaron motivos ornamentales de flora y fauna para decorar el edificio. Apodado como la 鈥渃atedral de la naturaleza鈥, el museo ingl茅s fue construido entre 1873 y 1880 y se destaca por el trabajo conjunto de los artistas y los cient铆ficos.Por su parte, seg煤n advierte Jos茅 Martini en el libro El Museo Argentino de Ciencias Naturales, 200 a帽os, 鈥渁 diferencia de lo que pas贸 en el museo de Londres, en las pinturas y bajorrelieves (de nuestra instituci贸n), la imaginaci贸n art铆stica no parece haber estado sujeta a un control cient铆fico con respecto a la relevancia y fidelidad de los modelos鈥.Si bien son m谩s art铆sticas que naturalistas, las piezas ornamentales del museo no dejan de sorprender por su belleza. Como los dos enormes b煤hos en la entrada y, tras subir las escaleras, las enormes ara帽as en los herrajes de las puertas principales. En el ingreso, al mirar hacia arriba, se perciben enormes m茅nsulas con forma de murci茅lago y bajorrelieves con escenas de animales aut贸ctonos.鈥淟os dos b煤hos que coronan la fachada fueron elegidos porque representan la sabidur铆a. Despu茅s, en el edificio, todo lo que son patrones responde a figuras vegetales. Algunos dise帽os son m谩s abstractos que otros鈥, se帽ala Nicol谩s Valentini, auxiliar en el 谩rea de conservaci贸n de exhibiciones y archivo.Las barandas de las escaleras internas dejan ver una fila de caracoles que parecen marchar hacia lo alto del edificio. 鈥淓s un detalle interesante porque, a simple vista, lo 煤nico que se ve es el caparaz贸n pero, si observ谩s con m谩s atenci贸n, el caracol tiene la cabeza con sus cuatro antenas y una colita. Cada uno se toca con el otro. Este efecto 贸ptico se da porque el hierro usado para el caparaz贸n es m谩s grueso y pregnante que el resto del cuerpo鈥, indica Legari.No hace falta entrar al museo para disfrutar de algunos de estos detalles. Al pasear por el Parque Centenario se pueden ver las escenas de animales que decoran las paredes externas. Se trata de nueve bajorrelieves realizados por artistas contratados por la Direcci贸n Nacional de Arquitectura. Algunos de ellos fueron identificados (porque sus obras est谩n firmadas), mientras otros a煤n permanecen en el anonimato. Alfredo Bigatti, por ejemplo, realiz贸 los bajorrelieves de flamencos y tapires; Donato A. Proietto se encarg贸 de las llamas y los c贸ndores, y Emilio J. Sarniguet esculpi贸 a los guanacos.鈥淯n detalle interesante es que el escultor Luis C. Rovatti realiz贸 un bajorrelieve que representa una escena de pueblos originarios. Esto se debe a que el museo tambi茅n cont贸 con una secci贸n de Ciencias del Hombre. Pero, a partir de 1944 esa colecci贸n fue trasladada al Museo Etnogr谩fico [NdR: la mudanza coincide con un cambio de paradigma en el que la Antropolog铆a se alej贸 de las Ciencias Naturales para estar bajo la 贸rbita de las Ciencias Sociales]鈥, cuenta Valentini.Los planos iniciales indican que los arquitectos hab铆an pensado en m谩s dise帽os ornamentales que, finalmente, no fueron realizados. 鈥淗ace muy poco, revisando planos antiguos, nos dimos cuenta de que hab铆a m谩s decoraci贸n proyectada de animales. Para las escaleras exteriores se hab铆an pensado unas caras de mono (similares a las del museo de Londres) y otros ornamentos florales鈥, a帽ade Valentini.La escultura no es la 煤nica disciplina art铆stica que hoy engalana la instituci贸n, sino que la Direcci贸n Nacional de Arquitectura tambi茅n contrat贸 a tres pintores para que realizaran murales de paisajes. Los elegidos fueron Arturo G. Guastavino, Antonio Pibernat y Ernesto Valls, quienes plasmaron las escenas submarinas, lacustres y selv谩ticas que hoy pueden observarse en la sala central de exhibiciones y en la biblioteca.Como si fuera la piedra fundamental del museo, el cuerpo de Carlos Hermann Burmeister, su primer director (1807- 1892) y uno de los m谩s queridos, descansa dentro de la instituci贸n. 鈥淓ste es un detalle que a veces pasa un poquito desapercibido. Sus restos fueron trasladados aqu铆 y hoy est谩n en una cripta armada exclusivamente para 茅l. El edificio es sim茅trico por lo que, a la derecha de la entrada, est谩 la cripta y, a la izquierda, hay una habitaci贸n id茅ntica que tiene un tablero el茅ctrico. No podemos decir que es una capilla porque no est谩 consagrada, pero s铆 tiene un crucifijo, dos candelabros, dos portavelas, una alfombra y la urna鈥, detalla Legari.Como se帽al de respeto, una escultura de yeso de Burmeister custodia la entrada de la cripta. Dicha obra es una r茅plica de la original, que fue realizada en m谩rmol de Carrara por el escultor alem谩n Richard Aigner y que hoy se encuentra en el Parque Centenario. Este no es el 煤nico nexo que existe entre el museo y el parque, sino que, desde la instituci贸n, invitan a explorarlo con ayuda de una serie de folletos creados por sus investigadores. Estos tr铆pticos identifican la flora y fauna que vive en este espacio verde e invitan a aprender m谩s sobre ella.Como el engranaje de un reloj, que funciona a la perfecci贸n pero no se ve, en los s贸tanos del museo siempre hay y hubo movimiento. A mediados de la d茅cada del 20, se establecieron all铆 talleres de herrer铆a, carpinter铆a y una imprenta para construir con mayor celeridad los elementos necesarios para el montaje de las exhibiciones. 鈥淪e confeccionaban muebles, bases para apoyar las colecciones, soportes de hierro, etiquetas y carteles explicativos鈥, detalla Marcelo Canevari, otro de los autores del libro.Actualmente, en esos mismos s贸tanos curadores, t茅cnicos e investigadores del Conicet trabajan para conservar las miles de piezas de las colecciones; realizar tareas de laboratorio; asesorar a quienes buscan material de consulta y producir nuevos contenidos de divulgaci贸n cient铆fica. 鈥淵o creo que, en ese punto, el esp铆ritu original del museo sigue vivo. Su objetivo es conservar las colecciones nacionales y, a diferencia de otros museos, como el de Bellas Artes o el Hist贸rico Nacional, nuestras piezas tienen uso diario, son material de consulta constante. Por este motivo es que la conservaci贸n que hacemos es bastante estricta, para poder preservar la colecci贸n a futuro鈥, comenta Legari.Si bien la misi贸n del museo se mantiene desde hace m谩s de doscientos a帽os, su impronta, la forma de gestionar y los criterios museol贸gicos cambiaron seg煤n el contexto hist贸rico. 鈥淎 m铆 me gusta ver qu茅 aport贸 cada uno de sus directores. Burmeister sent贸 las bases y puso el 茅nfasis en el aspecto cient铆fico, se lo trajo de Prusia justamente para eso. Por su parte, Karl Berg (sucesor y disc铆pulo de Burmeister) abri贸 el museo a la comunidad y, cuando revis谩s su archivo, encontr谩s que 茅l hablaba mucho de los distintos tipos de p煤blico que se acercaban a la instituci贸n鈥.Entre los registros que se conservan de este director, hay una carta que ayuda a entender cu谩l era el importante rol que cumpl铆a el museo a fines del siglo XIX. 鈥淯na persona escribi贸 por correo y peg贸 una hoja de 谩rbol diciendo: 鈥楨sta hoja tiene un hongo, 驴podr铆an ayudarme a identificar cu谩l es?鈥. Esto muestra el servicio que ya daba el museo a la comunidad en esa 茅poca y tambi茅n c贸mo la comunidad tomaba al museo (como un lugar de saber, de referencia). Me parece que eso es lo interesante鈥, detalla Legari.鈥淎 Berg le siguieron otros directores, como Florentino Ameghino, quien entre 1902 y 1911 hizo grandes aportes al departamento de Paleontolog铆a. Tambi茅n estuvo 脕ngel Gallardo, que gestion贸 que se entregaran los fondos para construir este edificio. A m铆 me fascina Mart铆n Doello Jurado porque fue quien organiz贸 (entre 1924 y 1946) las colecciones del museo tal cual las tenemos hoy. Cada uno fue aportando su impronta. Los 煤ltimos directores y, hoy por hoy, Luis Cappozzo (el actual) buscan aggionar el museo y siguen apostando al contacto con la comunidad鈥, concluye el conservador.Lejos de quedarse en el tiempo y con 谩nimos de innovar, quienes visiten hoy la instituci贸n tambi茅n podr谩n disfrutar de los novedosos animatronics de dinosaurios que fueron ubicados en la entrada.
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